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24.3:

Las respuestas inmunitarias humorales

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Humoral Immune Responses

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– [Instructor] En la otra respuesta adaptativa inmune, la inmunidad humoral, el sistema inmunológico se enfoca en los patógenos en los fluidos extra-celulares que incluyen sangre y linfa. Los patógenos invasivos como bacterias son detectados por leucocitos específicos llamados células B que reconocen antígenos específicos en superficies bacterianas. Una vez que los células B son activadas proliferan y se diferencian como células plasmáticas que segregan millones de anticuerpos que circulan a través del cuerpo y activan varios mecanismos de defensa. En un método, los anticuerpos que se adhieren a los antígenos en la superficie de un patógeno pueden desactivarlo o neutralizarlo interfiriendo con su habilidad para infectar la célula huésped. También pueden opsonizar o etiquetar a los patógenos para engullición y destrucción de los fagocitos tales como macrófagos o neutrófilos. Finalmente, los anticuerpos pueden activar el sistema complementario, un complejo de proteínas que mejora la opsonización y destrucción de patógenos. Incluso con los patógenos destruidos, algunas células B se diferencien en células B de memoria en vez de células plasmáticas. Eras células B de memoria continúan produciendo pequeñas cantidades de anticuerpos mucho después de que pasó la infección. Si el mismo patógeno vuelve a entrar en el cuerpo estos anticuerpos circulantes pueden captarlo para la destrucción inmediata.

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Las respuestas inmunitarias humorales

Visión general</h4

La respuesta inmune humoral, también conocida como respuesta inmune mediada por anticuerpos, se dirige a los patógenos que circulan en “humores”, o fluidos extracelulares, como la sangre y la linfa. Los anticuerpos se dirigen a los patógenos invasores para su destrucción a través de múltiples mecanismos de defensa, incluyendo la neutralización, la opsonización y la activación del sistema de complemento. Los pacientes que se ven afectados en la producción de anticuerpos sufren de infecciones graves y frecuentes por patógenos comunes y patógenos inusuales.

Las células B son producidas por la médula ósea y circulan a través de los fluidos corporales

Los linfocitos B, también llamados células B, detectan los patógenos en la sangre o en el sistema linfático. Aunque las células B se originan en la médula ósea, su nombre se deriva de un órgano especializado en aves en el que se descubrieron por primera vez las células B, la bolsa de Fabricio. Después de la liberación de la médula ósea, las células B maduran en tejidos linfoides secundarios, como el bazo, los ganglios linfáticos, las amígdalas y el tejido linfoide asociado a la mucosa en todo el cuerpo.

Las células se diferencian en células plasmáticas liberadoras de anticuerpos y células B de memoria

Las células B se unen a partes específicas de un patógeno, llamadas antígenos, a través de sus receptores de células B. Además de la unión de antígenos, las células B requieren una segunda señal para la activación. Esta señal puede ser proporcionada por células T auxiliares o, en algunos casos, por el antígeno en sí. Cuando ambos estímulos están presentes, las células B forman centros germinales, donde proliferan en células plasmáticas y células B de memoria. Todas las células que se derivan de una célula B ancestral común (monoclonal) responden al mismo antígeno. Cada célula plasmática secreta anticuerpos genéticamente idénticos que circulan en el torrente sanguíneo. Las células B de memoria producen anticuerpos que están unidos a la superficie de la célula y son muy específicos contra el antígeno que inicialmente condujo a la producción de la célula B de memoria. Las células B de memoria son de larga vida y permiten que el organismo reaccione mucho más rápido y con más fuerza tras la exposición secundaria al mismo patógeno.

Los anticuerpos matan a los patógenos de diversas maneras

Los anticuerpos se unen a los antígenos que encuentran en los fluidos corporales. El complejo anticuerpo-antígeno resultante activa tres mecanismos de defensa principales: la neutralización, la opsonización y el sistema de complemento.

La neutralización: Los anticuerpos “neutralizan” a un patógeno interfiriendo con su capacidad para infectar a las células huésped. Por ejemplo, cuando un anticuerpo se une a la superficie de un virus, puede afectar a la capacidad del virus para adherirse a las células diana o a entrar en ellas, inhibiendo efectivamente la infección.

La opsonización: Los anticuerpos funcionan como opsoninas, que “marcan” a los patógenos para su destrucción. Específicamente, la formación del complejo antígeno-anticuerpo atrae y estimula a las células fagocíticas, que envuelven y destruyen al patógeno.

El complemento: Los anticuerpos pueden activar el sistema de complemento, que desempeña un papel en la inmunidad innata y adaptativa. El sistema de complemento es una cascada secuencial de más de 30 proteínas. Con la ayuda de los anticuerpos, estas proteínas marcan a los patógenos para su destrucción por macrófagos y neutrófilos, inducen una respuesta inflamatoria con el reclutamiento de células inmunitarias adicionales, y promueven la lisis (destrucción) del patógeno.

La interrupción del sistema inmune humoral es potencialmente mortal

Los seres humanos que sufren de trastornos del sistema inmunitario humoral suelen identificarse en las primeras etapas de la vida, cuando disminuye el número de anticuerpos que el bebé recibió de su madre (es decir, inmunidad pasiva). Dada la complejidad del sistema inmunitario humoral, las causas de su mal funcionamiento son múltiples. Sin embargo, casi el 80% de los pacientes con una enfermedad de inmunodeficiencia primaria presentan un trastorno de los anticuerpos. Por ejemplo, la hipogammaglobulinemia es la deficiencia, o un número bajo, de todas las clases de anticuerpos. Los pacientes tienen infecciones más frecuentes del oído, los senos paranasales y pulmonares y sufren de problemas gastrointestinales, como diarrea, malabsorción y síntomas del síndrome del intestino irritable. En general, la frecuencia y la gravedad de las infecciones de los pacientes aumentan con la edad. Las infecciones por patógenos inusuales tienden a ser graves, y las infecciones por patógenos comunes son a menudo graves y recurrentes.

Suggested Reading

Dunkelberger, Jason R., and Wen-Chao Song. “Complement and Its Role in Innate and Adaptive Immune Responses.” Cell Research 20, no. 1 (January 2010): 34–50. [Source]